domingo, 23 de marzo de 2008

*****Monólogo de domingO*******







Monólogo de Domingo



Ya conté las baldosas. Realicé todas las combinaciones posibles entre ellas. Imaginé mil dibujos en las manchas de humedad y hasta narré oralmente con las imágenes que fluían una historia que de tan larga, jajaja, tiemblan Harry Potter y El Señor de los Anillos!!!.
Quise cortarle el pelo al gato pero creo que imaginó mi intención porque al acercarme a él salió corriendo y desde ese momentos no lo ví más, permanece escondido sin aparecer.
Ya revisé una, dos, tres veces, los mensajes en el celu con la esperanza de que aparezca un mensaje callado, pensando que por alguna razón la tecnología falló y él mismo se olvidó de soñar.
Me puse a hacer zapping, parando en los canales con lluvia (no estoy abonada al cable), intentando descifrar quién sabe qué código secreto de algún más allá. Lo mismo hice con la radio, sintonizándola donde quedan vacíos, pretendiendo que alguna señal de otra galaxia aparezca para terminar con el aburrimiento de este domingo.
Intenté memorizar algún poema, algún cuento mío, pero queda claro que no soy Neruda ni el Gabo ni Sábato ni Cortázar. Por lo tanto, mis precarios escritos carecen de la mística necesaria para ser recordados, y más por una mente tan pequeña como la mía..
Y sí, los domingos me siento disminuída. La habitación se agranda cada vez más y yo me siento un pececito que primero está en una pecera, luego en un lago, en el mar para terminar completamente sola, perdida y asustada justo en medio del océano.. Pataleando (si es que los peces tuvieran pies), desesperada por salir, pero a la vez con miedo acerca de lo que me pueda encontar si salgo de áquel océano.
Y miro el reloj, y parece como que el tiempo en irónica actitud se hubiera detenido. riéndose de mí, de mi cara aburrida, descostillándose de risa. y yo, de este lado del domingo, viéndolo revolcándose en el piso en cada carcajada sin siquiera poder hacer nada porque al fin y al cabo es el tiempo, el que en última instancia decidirá cuánto tiempo yo deba permanecer aquí.
En un arrebato de locura, intento recordar a mi primer amor,así al menos derramo unas lágrimas, y con eso unos segundos se irán. Pero es inútil, no se puede evocar al recuerdo por necesidad. Ya que ellos aparecen cuando se les antoja y sin preguntar. Al menos perdí unos minutos en esta inusual conversación criticando a los recuerdos.
Entonces, escucho un ruido, pero no me asusto, permanezco inmóvil, aún más inmóvil que antes. Quizá la casualidad se apiadó y envió a un asesino serial que me elogió como víctima para terminar con mi vida y con este tedioso domingo, haciéndome un favor (sin saberlo). No, descarto la posibilidad porque no tengo tanta suerte. Nunca gané a nada y los domingos pierdo ese 5% de escasa suerte. Digo 5% para redondear pero creo que es un porcentaje mucho más pequeño.
Y vuelvo a consultar el reloj, el domingo recién inicia. Parece una jugada macabra en donde en vez de parar esta vez retrocedió el tiempo.
Y vuelvo a la situación inicial cuando antes de escribir dibujaba en el aire, vá intentaba ensayar un proyecto de escenografía de hadas y duendes pero sin telón porque es domingo y en este día hasta los telones deambulan buscando su razón de ser. Por qué un telón cualquiera perdería sus instantes de reflexión existencial sólo por participar en mi harapienta comedia?. Digo harapienta no porque los duendes y hadas no actúen bien, son excelentes actores. lo digo, francamente por mí, que en días como hoy no estoy inspirada ni siquiera para improvisar una obra de amor, de esas que se estilan en las novelas.
No conforme con el rústico guión me decido colocar en folios los olvidados trabajos prácticos que alguna vez tendré que presentar. Pero luego recapacito y me doy cuenta de que es una tarea demasiado depresiva (y más para realizar un domingo) que marcaría el epílogo (o mal llamado epílogo) del libro de mi suicidio.
Ordenar mi cuarto sería una buena terapia para un domingo como este y como todos, de crisis, pero no quiero hacerlo. Yo me entiendo en mi desorden y además tengo alma de artista. Y yo relaciono lo artístico con el desorden, ordenarlo sería de alguna manera intentar romper mi esencia.
Vuelvo a mirar mi cuarto, pero esta vez intento ver más allá, examinarlo como si fuera un enfermo herido de bala y yo la cirujana que con detalle y precisión debe decidir donde cortar.
Todo revuelto, nada está donde debería estar. Está enredado, como mi alma que eambula en un alberinto del que quizá no logre salir jamás y no porque no conozco la salida (ya que es un laberinto una y mil veces transitado por mí, donde reconozco todos sus secretos y pasadizos) sino por pura rebeldía de no querer encontrar la salida. Por la inevitable sensación de no dejarme vencer.
Afuera alguien ríe, debe ser alguien que ama con la misma intensidad con que yo odio el día domingo.
Se me ocurre escribir el mejor poema de amor pero no sé ni por dónde empezar. Y lo más triste del asunto: estoy tan vacía que no tengo a quién escribirle. Pero lo más angustioso del caso no es que mis palabras de amor carezcan de destinatario. Lo más horrible es que hoy, es domingo.
Intentaré negar que existe el tiempo. Así éste, al sentirse ignorado, se olvida de mí y se vá a molestar con su lentitud a otro lado.
Nuevamente contaré las baldosas, y quizá con un poco de suerte encuentre al gato y le corte el pelo. Pero éste tiene mucha más suerte que yo, así que no creo llegar a encontrarlo. Y encima es domingo, un nuevo domingo, pero parecido a todos los anteriores como un deja vú. Monótono, sin prisa por terminar, sin apuro. Deteniéndose a propósito en cada instante, sólo por cumplir su capricho de enloquecerme, deteniéndome en su juego.

Autora

CelestE VioletA

Lo escribí en ...


Madrugada de Domingo

---22 de juliO, del año 2007---




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